martes, 30 de octubre de 2012

El Silencio

Apaga el ordenador, apaga todos los equipos electrónicos, intenta realizar esto a altas horas de la madrugada y en un día de semana, para esto necesitamos que no se escuchen muchos sonidos..
Deja encendida la luz, no hace falta estar a oscuras todavía, cierra los ojos y concéntrate, no pienses en nada.. ¿escuchas ese zumbido? no es el típico pitido que escuchas a causa de los audífonos, este es diferente .. es más profundo.

Abre los ojos, todo esta en calma nuevamente.
Ahora.. apaga la luz y vuelve a repetir el procedimiento, y concéntrate ahora en los pocos ruidos que se escuchan.

El zumbido volvió, pero hay algo más.. una corriente de aire helada, que te pone la piel de gallina y te hace estremecerte siempre ha estado ahí, no lo recuerdas por que rara vez lo notas.. pero siempre te acompaña antes de dormir, siempre esta ahí cuando hay una habitación a oscuras, siempre al asecho.

Aquella brisa es una respiración, su respiración.

Ahora que lo sabes puede que no creas en estas palabras, pero entonces dime.. ¿no sientes siempre que alguien te observa? ¿no sientes un mínimo grado de pánico cuando miras hacia la oscuridad? y es que sabes inconscientemente que él esta ahí, escondido.. esperando.

¿acaso creías que los ruidos de tu techo eran provocados por el viento?
Si tienes curiosidad todavía, él se alimenta de ti. Cuando cae la noche y tu conciencia te abandona, tu cuerpo deja de ser tuyo y pasa a ser de él.

Puedes encender todas las luces que quieras, pero no lo encontraras, solo lograras que se enoje y no quieres eso.

Él no se mostrara ante ti, te conoce demasiado bien. Y tu no quieres verlo realmente.

Muchas veces, te despiertas en medio de la madrugada sin saber el por qué, ya que no recuerdas haber tenido ningún mal sueño o algo así, y es que la criatura  no hizo bien su trabajo y tu cuerpo reacciono frente al ”ataque’, por lo mismo muchas veces te encuentras con moretones y no sabes de donde salieron ni cuando te los hiciste.

Innumerables situaciones que no tienes explicación son provocados por él.. pero tu lo ignoras, sabes que es mejor ignorar, aunque eso ya se termino ¿no?

Ahora estas frente al computador leyendo esto mientras él te observa y analiza tus movimientos desde algún rincón, desde alguna puerta abierta, desde debajo de la cama o cualquier otro sitio.

El Silencio es su mejor amigo.. y tu eres su mejor tesoro.

¿Que? ¿Pretendías ignorarlo por siempre?

jueves, 25 de octubre de 2012

Los niños de Illfurt


(1864-1869) Este caso fue muy famoso en su época por los sucesos que tuvieron lugar durante los cinco años en que una familia fue aquejada por manifestaciones demoníacas. Los exorcismos fueron autorizados tres años después del comienzo de las extrañas manifestaciones: retardo incluso providencial, pues de lo contrario no se habría tenido esa abundante recolección de fenómenos, que le da al caso Illfurt un verdadero primado en materia y que tanto bien hizo en su época y sigue produciendo a quien lee la impresionante narración.
Sobre el episodio se escribió un libro: "El diablo. Sus palabras y sus actos en los endemoniados de Illfurt, Alsacia; según documentos históricos", escrito por el Padre Sutter en Turín, 1935).
Sobre la autenticidad del hecho no se puede razonablemente dudar, los mismos incrédulos de ese tiempo inventaron varias hipótesis, pero no negaron los fenómenos, que todos podían repetidamente observar.
Transcribimos algunos trozos para dar una idea de lo que ocurrió. Se trata de dos de los cinco hijos de los esposos Burner, Teobaldo y José, respectivamente de 9 y de unos 8 años cuando comenzó la extraña situación.
"Acostados de espaldas, se volvían y se revolvían con la rapidez vertiginosa de un trompo, o se desahogaban golpeando sin descanso, y con una fuerza sorprendente, la cama y otros muebles, llamado esta operación 'dreschen' - golpear el trigo - sin manifestar el mínimo cansancio, por más larga que fuera la golpeadura (p. 18).

El vientre se les hinchaba desmedidamente y daban la impresión de que un balón diera vueltas en su estómago, o que una bestia viva se moviese dentro. Sus piernas se unían una a la otra, como entrelazadas, y ninguna fuerza humana lograba separarlas.
En ese tiempo Teobaldo tuvo unas treinta veces la aparición de un fantasma extraordinario a quien él llamaba su maestro. Tenía el pico de un pato, patas de un gato, pezuñas de caballo, y el cuerpo completamente cubierto de plumas sucias. En cada aparición el fantasma sobrevolaba por encima de la cama de Teobaldo, a quien amenazaba con estrangularlo; el niño, en su terror, se lanzaba hacia él, invisible a los demás, y le arrancaba a manotadas las plumas, que luego les echaba a los espectadores aturdidos.
Todo esto en pleno día, y en presencia de un centenar de testigos, entre los cuales había hombres serísimos, por nada crédulos, muy suspicaces, y miembros de todas las clases de la sociedad: y unánimemente fue reconocida la imposibilidad de cualquier engaño. Las plumas producían un olor fétido, y - ¡singularísima cosa! - no se incineraban cuando se las quemaba" (pp. 18-19).
Siempre hablaban con voz varonil y sin mover los labios, lo cual causaba enorme impresión (cfr. Pp. 42-43). "A veces el cuerpo de los pobrecitos se inflaba de modo que parecía que iba a estallar, y vomitaban espuma, plumas y musgo, mientras sus vestidos se cubrían con esas mismas plumas que apestaban toda la casa (p. 83).
En la habitación eran atormentados de vez en cuando por oleajes de calor atroz, insoportable aun en pleno invierno; y a quien se maravillaba de esto, el diablo le gritaba riendo: '¿Soy un buen fogonero, no es cierto? Si vienen a mi casa, no los dejaré sufrir de frío: pueden estar seguros!'" (p. 83).

Muchísimas eran las ocasiones y los modos de manifestar el odio a lo sagrado, incluso con nombres y apelativos ofensivos e injuriosos. Sin embargo, en esta atmósfera de odio una cosa interesante y singular era la actitud de respeto hacia la Virgen.

Habitualmente en los casos de posesiones se suele advertir una fuerza sobrenatural cuando son expuestos al agua bendita o cualquier símbolo reliigioso y la voz del poseso varia y se torna más grave.
Se lee en la página 40: "Mientras el demonio injuriaba y se burlaba de las cosas más santas, sin hacer excepción ni siquiera de Dios mismo, nunca se atrevió a insultar a la Virgen; y a alguien que le preguntó la razón, le contestó brevemente: 'No tengo el derecho. El títere sobre la cruz me lo ha prohibido'.
Su furor... llegaba al paroxismo, cuando alguien le echaba agua bendita" (p. 140).
Una vez el alcalde echó en los dedos de Teobaldo "unas gotas de agua bendita, e inmediatamente fue atacado por una fuerte agitación, hasta caer por el suelo, arrastrándose, ir a esconderse debajo de la mesa, cuando vio que no podía huir por ninguna parte" (p. 114).

El señor Andrés nos dice: "Cuando la monja que le lleva los alimentos deja caer en ellos una gota de agua bendita, o los toca con un objeto sagrado, Teobaldo se da cuenta inmediatamente, aunque esto se haya hecho en la cocina a donde él no va nunca. En ese caso, se acerca al plato con sospecha, mira atentamente los alimentos que le han llevado, y siempre los rechaza diciendo: '¡No tengo hambre! Hay porquerías ahí dentro' o también: 'Es veneno'. Y para hacerlo comer, hay que llevarle otra cosa. Lo mismo sucede con las bebidas" (p. 137).

Los niños estuvieron cerca de cinco añor poseidos hasta que se les pudo exorcizar a ambos.
"Si la monja le llevaba a Teobaldo alimentos y bebidas en las que había dejado caer gotas de agua bendita, él rechazaba sistemáticamente tomarlas, cuando no lanzaba contra la pared el plato y el vaso: pero ni el uno ni el otro se rompían" (p. 31).
"Una vecina de casa, la señora Brobeck, trató una vez de poner agua bendita en una medicina que los dos hermanos tenían que tomar: 'Vaciaremos todas las botellas de la farmacia, declararon ellos rechazando enérgicamente el remedio, antes que aceptar una gota de agua de la señora Brobeck'" (p. 29).

"¡En dos noches destruyó las abejas de veinte colmenas que pertenecían al vecino de los Brobeck: todas las abejas habían sido decapitadas! Pero como Satanás se declaró el autor de aquella extraña hecatombe, el señor Brobeck hizo bendecir las colmenas y los nuevos enjambres; y el poder del ángel destructor quedó aniquilado" (pp. 77-78).

"Otra vez el maligno se divirtió sacando el fruto de una gran cantidad de nueces que pertenecían a la familia Brobeck: no es necesario insistir en el asombro de todos, cuando vieron esas nueces con la cáscara verde perfectamente intacta y marcada con un pequeño rasguño" (p. 78).
Los niños "hablaban corrientemente las más variadas lenguas: respondían sin dudar en francés, en latín, en inglés, y entendían hasta los dialectos de Francia y de España" (p. 22).
De Teobaldo también se afirma: "Si quería, hablaba perfectamente las lenguas, sin el mínimo error, y a menudo hablaba días enteros en el más puro francés que se pueda escuchar" (p. 26).
Muchísimas son las ocasiones en las que los niños manifiestan conocer el pensamiento de los demás, acontecimientos lejanos, objetos ocultos, en fin, todo lo que está oculto al conocimiento normal.

Un día, mientras varias personas se encontraban en la habitación, Teobaldo hizo el ademán de tirar las cuerdas de una campana: "¿Por quién tocas a muerte?" se le preguntó.
"Por Jorge Kunegel" respondió sin dudar. La hija de éste casualmente estaba presente, y asustada le gritó al niño:
"¡Embustero!... Mi padre está bien, y trabaja como albañil en la construcción de un pequeño seminario".
"¡Estará muy bien, replicó él, pero debes saber que se ha caído; y si no lo crees, corre a ver!".
"La pobre muchacha voló a la construcción, y tuvo que constatar que su padre realmente se había caído de un andamio, y se había roto la columna, en el mismo momento en que hablaba Teobaldo. Nadie, en Illfurt, conocía todavía la desgracia" (pp. 60-61).
El demonio por medio de los niños "revelaba a menudo acontecimientos sucedidos en el más remoto pasado, y que ninguno de los testigos presentes conocía. Además, predecía muchos días antes, y aun semanas, los acontecimientos futuros: y la exacta realización de sus profecías eran objeto de continuo asombro.
Se divertía comunicando a los visitantes sus fechorías desconocidas, y reprochando en voz alta sus vicios y sus pecados más secretos, para tener el gusto de verlos escapar, sin preguntar el resto, asombrados y furiosos" (p. 57).
"A menudo Teobaldo predijo también la muerte de muchas personas. Dos horas antes de la muerte de una tal señora Müller, él se arrodilló sobre la cama, e hizo el ademán de tirar las cuerdas de una campana" (p. 60).
"El hablaba de acontecimientos de veinte, treinta y hasta de cien años antes con tal evidencias, tal precisión y tal seguridad, que hacía pensar que él hubiera sido testigo ocular" (p. 61).

Hsta 1867 no se permitió inciar los exorcismos de estos niños que ya eran conoceidos en media Europa.
"A veces se vio a los niños elevados por manos invisibles, con las sillas en las que estaban sentados; después los niños eran lanzados a un ángulo, mientras las sillas volaban a la parte opuesta" (pp. 19-20).
"Un sólido crucifijo que alguien trató de colocar en el cuello de José, se retorció inmediatamente y tomó la forma de una X conservándola mientras estuvo en el pecho del niño: y un escapulario colocado en sus espaldas voló inmediatamente a lo alto, y describiendo un altísimo círculo fue a caer sobre el casco de un guardia civil, Werner, que por casualidad había entrado en la habitación. El niño ni siquiera se había movido" (pp. 34-35).
Más adelante se dice: "Los niños estaban sentados en una silla. Esta era levantada por el aire por manos invisibles, y luego caía bruscamente. La silla volaba por una parte y el niño por la otra. La madre Burner tuvo que sufrir la misma suerte, un día en que se encontraba cerca de uno de sus hijos: y no sintió el mínimo mal, al caer... Los niños se trepaban a los árboles como si fueran gatos, y podían colgarse delas más pequeñas ramitas sin temor de romperlas" (p. 83).
"A veces manos invisibles arrancaban las cortinas de las ventanas, y éstas se abrían de par en par con una rapidez vertiginosa, aunque estuvieran firmemente cerradas; a veces el maligno tumbaba y arrastraba aquí y allí en la habitación mesas, sillas y otros muebles: a veces toda la casa era sacudida como por un violento terremoto" (pp. 84-85).
Es fácil imaginar que la noticia de hechos tan extraordinarios e impresionantes se difundiese rápidamente por todas partes y acudiese a Illfurt un número cada vez más numeroso de espectadores (cfr. pp. 21 y 22), que después se retiraban con serios propósitos de una vida mejor.
Interesante la conversión del guardián Werner, completamente incrédulo, y que después hizo una exacta narración de muchos acontecimientos (cfr. pp. 19 ss).
La curación de los niños
He aquí la narración de las dos curaciones tras varios exorcismos:
"El demonio con una voz de bajo profundo, lazó un grito formidable. Luego gimió.
- ¡Ahora, me veo obligado a ceder!
Inmediatamente el niño endemoniado se contorsionó como una serpiente que es aplastada; y luego, un ligero crujido recorrió sus miembros: desnudó lentamente el cuerpo, se alargó, y cayó al suelo como muerto.
El demonio había huido.
¡Los testigos de la escena horrible quedaron aterrados! Un momento antes, una rabia que causaba espanto, un rostro desfigurado por la cólera, respuestas declaradas: ahora, un niño inmóvil, que dormirá tranquilamente durante una hora, acostado en un suave colchón. ¡Finalmente ha quedado liberado! Ya no reacciona contra el crucifijo y el agua bendita, y se puede levantarlo y llevarlo a su habitación sin la mínima dificultad. Finalmente, se despierta, se refriega los ojos, mira con asombro a las personas que lo rodean, y que él no reconoce...
- ¿No te acuerdas de mí? - le pregunta el padre Schrantzer.
- ¡Pero si nunca te he conocido! - contestó Teobaldo, muy asombrado.
¡La madre lanza un grito de alegría sobrehumana! ¡Su hijo ya no es sordo, ya no es víctima del demonio, ha sido liberado del monstruo!... Lágrimas de agradecimiento salen de sus ojos, y todos se unen a ella para agradecer vivamente a Dios que ha dado a su Iglesia el poder de vencer al infierno.
Madre e hijo vuelven a Illfurt; y la madre, con el corazón lleno de emoción y de alegría, espera con firme fe la liberación de José.
Su esperanza se realizaría el 27 del mismo mes.
Desde el día en que volvió a su casa, Teobaldo fue de nuevo alegre como antes, y siempre de buen humor. No tenía la más lejana idea de lo que le había sucedido, ni siquiera reconocía al párroco, padre Brey.
Habiendo llevado de Estrasburgo algunas medallas bendecidas, le ofreció una a José y quedó asombrado al ver que éste la echaba al suelo y la pisoteaba, diciéndole irritado: - ¡Podías conservarla para ti, yo no la necesito!
- ¿Será que se enloqueció José, mamá? - dijo Teobaldo, ¡sin saber encontrar otra explicación a un hecho que la madre, naturalmente, se cuidó de aclararle! (op. cit. pp. 90-91).
Respecto de la liberación de José, se lee más adelante: - "Ahora, heme obligado a partir" - gritó el diablo como en un largo mugido; y con ese grito, el niño se echó por el suelo, se contorsionó varias veces, inflando los carrillos, y cayó en un acceso de convulsión, mientras los presentes lo miraban con angustia, sin atreverse a tocarlo. Finalmente se calmó y permaneció inmóvil y silencioso. Le quitaron las correas con las que lo tenían amarrado, sus brazos se aflojaron, inclinó dulcemente la cabeza, y después de algunos minutos se sacudió como uno que se despierta de improviso, abrió los ojos, y se mostró maravillado de encontrarse en la iglesia y rodeado de gente que él no conocía.
Al principio de la función el demonio había dicho:
- Si soy expulsado, romperé alguna cosa como señal de mi partida.
Y cumplió con su palabra. La camándula que le habían puesto en el cuello a José cayó hecha pedazos después de la liberación; y lo mismo sucedió con el crucifijo que le habían colocado en el cuello" (op. cit. pp. 93-94)
Las señales, a las que había hecho alusión, no representan una prueba infalible de la salida del demonio, pues él puede quedarse tranquilo, aún después de haberse desencaprichado con semejantes manifestaciones. Tampoco hay que creer que son necesarias para la liberación, pues no tienen nada que ver con ella (cfr. P. Thyraeus, pp. 195-196).

El Asesino del Zodiaco



Entre diciembre de 1968 y octubre de 1969, el Asesino del Zodíaco atacó siete personas en el norte de California, matando a cinco de ellas. Por años sembró el terror mandando cartas a los periódicos, en las cuales incluía amenazas y, en códigos que nunca se descifraron por completo, la información sobre quién era. Jamás lo capturaron ni supieron con certeza quién fue…
Se cree que Zodíaco tendría entre 20 y 30 años al momento de sus crímenes; que era blanco, corpulento, de pelo castaño, que sabía de lenguajes cifrados y su inteligencia era brillante. Arriba vemos un retrato robot del asesino.
El Asesino del Zodiaco acechó el norte de California entre diciembre de 1968 y octubre de 1969. En una carta supuestamente suya confesó asesinar a 37 víctimas, aunque las únicas víctimas confirmadas fueron cuatro hombres y tres mujeres, víctimas de las cuales solo dos sobrevivieron para dar evidencias sobre la identidad aún irresuelta de este brillante asesino que, al igual que Jack El Destripador, pasó a la historia por burlar a policías e investigadores.
De este modo, debido a que su identidad se desconoce, es todavía imposible plantear una biografía del asesino. Todo lo que se sabe de él es que es un hombre alto, grueso y corpulento, con anteojos, que tendría entre 20 y 30 años al momento de cometer sus crímenes. También es sabido que posee una gran inteligencia, que casi seguramente es un aficionado a asuntos astrológicos, que conoce de códigos y Criptografía, que tiene un alto grado de egocentrismo y, al igual que muchos otros asesinos seriales, disfruta obteniendo protagonismo y sembrando temor en los demás.
Así pues y ya que no hay una historia biográfica que contar, lo más propicio en el caso de éste asesino será exponer su pequeña pero magistral carrera criminal, no sin antes advertir que, las historias que verán sobre los crímenes cometidos por el Zodíaco, son todas ellas reconstrucciones elaboradas en base a testimonios y a otros elementos de juicio hallados en el curso de las investigaciones efectuadas por detectives, policías, criminalistas y demás expertos.
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Jensen y Faraday, las primeras víctimas
Betty Lou Jensen
Fue un 20 de diciembre de 1968 el día en que tuvo lugar el ataque a Betty Lou Jensen de 16 años y David Arthur Faraday de 17.
Al comienzo, Betty y David estaban juntos en los asientos delanteros del auto de David, estacionados en algún camino apartado de la carretera conocida como Herman Road (Este de Vallejo, California). Era de noche, la calefacción estaba encendida y los asientos reclinados en ángulo de 45. A unos pocos metros del auto yacía la puerta 10 de la estación de bombeo del Lago Herman. La única luz que caía en aquel claro era la luz de la luna, frecuente testigo de las parejas que iban a aquel lugar para fumar marihuana, beber cerveza y hacer otras cosas…
David Arthur Faraday
Pero aquella escapada romántica entró al preludio de su final cuando a eso de las 23:05 otro coche pasó por la curva que estaba cerca del auto de David y, en lugar de seguir su camino, se aparcó a unos dos metros. El conductor de aquel auto vestía un anorak (un tipo de chaqueta pesada con capucha) oscuro y llevaba gafas, detalle ciertamente inquietante puesto que era de noche. Pasados unos minutos, el extraño bajó la ventanilla de su coche y solicitó a Betty y David que se bajaran del auto. Ambos se negaron a satisfacer la sospechosa petición y fue entonces cuando el corpulento desconocido salió de su coche, sacó una pistola de su anorak, se acercó a la pareja y, tras mirarlos fijamente un momento, comenzó a acecharlos dándole vueltas al auto.
La situación era aterradora, en parte porque la ventana del copiloto (la de Betty) estaba abierta. Súbitamente el silencio se quebró cuando el hombre del anorak oscuro rompió la ventana posterior derecha de un tiro, tras lo cual dio otro tiro más en la rueda posterior izquierda. Llenos de pánico los jóvenes se apiñaron del lado del copiloto. El corpulento extraño corrió pero Betty ya había logrado salir del vehículo, por lo que momentáneamente se limitó a meter el brazo por la ventana abierta y a ponerle a David la pistola en la oreja. Entonces apretó el gatillo y la bala atravesó horizontalmente la cabeza de David, salpicando de sangre todo el coche a la par que Betty lanzaba un alarido de horror sabiendo que aquel sonido era sinónimo de muerte…
Eran las 23:05 cuando un auto se aparcó junto al coche (arriba en la foto, tal y como apareció en la escena del crimen) en que estaban Betty y David. El desconocido, que vestía anorak y gafas, les pidió que salieran del auto. Ellos se negaron y entonces él salió de su coche, empezó a caminar alrededor del coche de ellos, disparó para que se corrieran de un lado, mató a David de un tiro en la cabeza y a Betty, que había salido corriendo, la abatió a tiros a pocos metros del carro…
Pese a los ocho metros y pico que llevaba avanzados, Betty no consiguió escapar del Asesino del Zodíaco, quién hábilmente le dio cinco tiros, uno tras otro. Instantáneamente Betty se desplomó sobre su costado derecho: su cuerpo, ya sin vida, yacía bañado en sangre a 8.55 metros del parachoques trasero del Rambler (el auto de David). Entretanto, David agonizaba boca arriba en el coche, sintiendo como la vida se le escapaba en la sangre que salía de su cráneo perforado. Finalmente el asesino dio por concluida su labor y escapó en su coche, por lo cual David consiguió vivir un poco más antes de que la muerte lo sorprendiera camino al hospital.
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Ferrin y Mageau, un romance interrumpido por las balas
Darlene Ferrin
Fue un viernes 5 de julio de 1969 cuando Darlene Elizabeth Ferrin de 22 años y Michael Renault Mageau de 19 fueron atacados por el Asesino del Zodíaco.
Era un “secreto a voces” el hecho de que Darlene fuera una esposa infiel que tenía varios amantes, uno de los cuales era Michael Mageau. Aprovechando el 04 de julio, Darlene había quedado en salir con Michael.
No faltaba mucho para la media noche cuando Darlene llamó a la niñera y le preguntó si podía quedarse más tiempo con su hija Dena, ya que ella tenía que salir de nuevo, supuestamente para comprar los fuegos artificiales que su esposo le había pedido. La niñera aceptó y Darlene fue a recoger a Michael para ir a pasar un buen rato cerca del campo de golf de Blue Rock Springs, lugar donde por las noches era frecuente observar autos estacionados con parejas engolosinadas.
No obstante, apenas pasado un rato desde que la pareja arrancó rumbo a Blue Rock Springs, de entre las sombras de la calle arbolada surgió un vehículo que empezó a seguirlos con inquietante insistencia.
Michael Mageau
Eran aproximadamente las 23:55 de la noche y el coche persecutor los seguía a gran velocidad. Darlene giró varias veces para despistar al coche pero el Asesino del Zodíaco era demasiado hábil como para dejar ir a sus jóvenes presas. A pesar de eso Darlene consiguió llegar al campo de golf de Blue Rock Springs, mas a causa del nerviosismo que la embargaba chocó contra un tronco de árbol y el auto se apagó, quedándose estancado a unos veinte metros de la entrada al campo de golf. Normalmente hubiese habido otras parejas en sus coches, pero esa noche era 4 de julio y la gente festejaba en familia, por lo que los dos jóvenes adúlteros eran los únicos en medio de aquel oscuro y extenso lugar.
Solos, en medio de la noche, Darlene y Michael vieron que el auto persecutor se aproximaba y se estacionaba a la izquierda, a unos dos metros y medio. Era como si la muerte se hubiera estacionado a su lado, anunciando así su proximidad. Por un momento la pareja sintió un gran e ilusorio alivio al ver que, tras un momento, el auto intimidante se había marchado a toda velocidad. Pero, transcurridos unos cinco minutos, el coche acosador volvió, parqueándose esta vez en tangente por detrás de ellos, justo como hacían los vigilantes de tránsito para bloquear el paso…
De pronto una luz brillante e intensa los iluminó desde el otro vehículo. Momentáneamente Michael y Darlene se tranquilizaron creyendo que se trataba de algún policía. El sujeto salió del auto y fue hacia ellos, acercándose hacia el lado del copiloto ya que la ventana de ese lado estaba con el vidrio bajado. La luz apuntó al rostro de Michael y seguidamente se oyó el primer disparo de los cinco que hirieron gravemente a Darlene y Michael, quien cometió el error de gritar de dolor después de que el Asesino del Zodíaco hubiese emprendido la marcha de regreso a su auto. Así, al escuchar el grito de Michael, el asesinó se volvió y dio cuatro tiros más: uno que falló, dos que acabaron con la vida de Darlene y un último tiro que hirió a Michael.
Darlene Ferrin y Michael Mageau habían chocado contra un tronco cerca de un campo de golf. El choque fue leve y no les hizo daño pero el auto se averió y Zodíaco, que los estaba persiguiendo, fingió que se iba, volvió, se estacionó en tangente como vigilante de tránsito, bajó, iluminó el rostro de Michael y efectuó cinco disparos contra los amantes. Creyéndolos muertos empezó a retirarse, pero cuando Michael gritó el asesino volvió y disparó cuatro veces más, matando a Marlene e hiriendo aún más a Michael. 
Después de que el asesino escapara lentamente en su auto para no llamar la atención,  a duras penas Michael alcanzó a arrastrarse fuera del auto con las mejillas y la lengua perforadas por la bala que afortunadamente no atravesó su cerebro. Tras un rato aparecieron tres adolescentes que se encargaron de llamar a la Policía y a los servicios médicos. Michael, que logró sobrevivir, recuerda claramente que el asesino era blanco, corpulento, que usaba gafas, tenía entre veintiséis y treinta años y el cabello castaño claro, corto, rizado y con estilo militar.
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Macabras llamadas
Tras matar a Darlene y Michael, Zodíaco fue a una cabina e informó del crimen a la Comisaría de Vallejo. También llamó al esposo de Darlene y a sus suegros, aunque no habló y solo emitió jadeos.
No contento con el crimen de Michael y Darlene, esa misma noche el Asesino del Zodíaco acudió, a las 00:40 am, a una cabina telefónica ubicada a poca distancia del lugar al cual llamaba: la Comisaría de Vallejo. La telefonista Nancy Slover, que fue quien le respondió, contó que la voz del asesino era regular, carente de acentos y altibajos, a la vez que suave pero enérgica. Las palabras iniciales del asesino fueron estas: “Quiero informar de un doble asesinato. Si recorren un kilómetro y medio en dirección este por la avenida Parkway hasta el parque público, encontrarán a dos jóvenes en un coche marrón”. Impresionada, Nancy intentó interrumpirlo para sacarle datos pero el asesino habló más fuerte y siguió hasta concluir en un matiz grave y provocador con las siguientes palabras: “Han sido abatidos con una Luger de 9 milímetros. También maté yo a los chicos del año pasado. Adiós”.
Entretanto Dean, el esposo de la fallecida Darlene, acababa de salir del Caesar’s Palace (ahí trabajaba) y se dirigía a su casa junto con algunos colegas y unas cuantas botellas adecuadas para celebrar el 04 de julio. Al llegar, Dean vio que Darlene no estaba y poco después el teléfono sonó a las 01:30 de la madrugada. Un amigo de Dean contestó la llamada pero solo escuchó unos jadeos. Lo mismo sucedió con los padres de Dean, quienes quince minutos después recibieron una llamada en la que solo escucharon jadeos. Finalmente el teléfono volvió a sonar en casa de Dean y los jadeos volvieron a oírse. Dean habría querido que se trate de algún bromista, pero los policías que llegaron a su casa, poco después de los jadeos en el teléfono, le informaron que su querida e infiel esposa había sido asesinada, quedando así claro que aquellos angustiantes jadeos debían pertenecer al asesino de Darlene…
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Las primeras cartas del asesino
Las primeras cartas del misterioso asesino aparecieron un viernes 01 de agosto de 1969, fueron casi idénticas entre sí y tuvieron por destinatarios a tres periódicos: The San Francisco Examiner, San Francisco Chronicle y Vallejo Times-Herald. En cada una de esas cartas el remitente se adjudicaba los ataques a los cuatro adolescentes, daba detalles de esos ataques, incluía una sección escrita en lenguaje cifrado y firmaba con el signo que habría de caracterizarlo: el círculo tachado por la cruz.
El 1 de agosto de 1969 Zodíaco mandó tres cartas casi idénticas  a tres periódicos: The San Francisco Examiner, San Francisco Chronicle y Vallejo Times-Herald. En cada una daba detalles de sus crímenes e incluía una sección en lenguaje cifrado, firmando además con el signo que habría de representarlo: el círculo tachado por la cruz. Arriba, una ilustración sobre las cartas de Zodíaco en general.
Pero el asesino no solo quería informar sobre sus crímenes: quería protagonismo, exigía atención y su forma de hacerlo no era nada amable: cada periódico debía publicar la carta que había recibido ese mismo viernes por la tarde. De lo contrario las consecuencias serían graves: doce personas, elegidas al azar, morirían ese mismo fin de semana.
Evidentemente cabía la posibilidad de que se tratara de algún farsante ansioso de protagonismo; pero, con las muertes que ya se habían dado supuestamente a manos del remitente de esas cartas, los diarios no podían arriesgarse a dejar que muera gente inocente. Aunque también la publicación de esas cartas era conveniente para los diarios ya que representaba la oportunidad de, sin riesgo a ser mal vistos, brindar una noticia sensacionalista con gran potencial de trascendencia. Por todo eso las cartas se publicaron (aunque no íntegramente por pedido de la Policía) y así comenzaron los intentos por desentrañar el sentido de los mensajes cifrados que el asesino había incluido en sus comunicados.
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Descifrando los códigos del asesino
Tras 20 horas de trabajo el profesor Donald Harden (arriba) y su esposa consiguieron lo que en ese mismo tiempo no habían logrado la CIA, el FBI o Inteligencia Naval: resolver (casi totalmente) los códigos de Zodíaco…
Cada periódico se había encargado de mandar a la Policía fotocopias de la carta recibida con el mensaje cifrado. La tarea no parecía ser fácil pues cada tercio del mensaje cifrado tenía ocho líneas con diecisiete símbolos por línea y, a su vez, los símbolos eran demasiado variados: símbolos griegos, meteorológicos, símbolos de código Morse, señales marítimas, signos astrológicos y letras del alfabeto ordinario.
Al final, la identidad de quienes descifrarían los códigos sorprendería a los expertos de la Inteligencia Naval, la CIA y el FBI. Entretanto ya el jefe de la Policía de Vallejo, Jack E. Stiltz, se había encargado de solicitar públicamente al autor de las tres cartas que mandara otra carta con más datos para demostrar que él era el asesino. La respuesta fue escalofriante y llegó con prontitud el 4 de agosto de 1969, apenas tres días después de las cartas dirigidas a los diarios. Allí, en estas nuevas cartas, el asesino revelaba que su identidad estaba en los códigos anteriores y daba detalles de los crímenes que solo él podía conocer, detalles sobre cuya veracidad la Policía tenía certeza, detalles que se habían reservado y no habían sacado a la luz… Además, por primera vez el asesino se autodenominaba como “Zodiaco”, tal y como se ve en este fragmento de la carta (de 3 páginas en su totalidad) dentro del cual está incluido el inicio:   ‹‹Estimado director, Zodíaco al habla. Respondiendo a su petición de más detalles sobre lo bien que me lo he pasado en Vallejo, estaré encantado de darle más material. Por cierto, ¿se está divirtiendo la Policía con el mensaje cifrado? Si no, dígales que se animen; cuando lo descifren me tendrán. Con respecto al 4 de julio: no abrí la puerta del coche, la ventanilla ya estaba bajada. El chico al principio estaba en el asiento delantero cuando empecé a disparar. Cuando le disparé por primera vez a la cabeza, se echó hacia atrás al mismo tiempo y así me estropeó el tiro. Terminó en el asiento de atrás, luego en el suelo agitando muy violentamente las piernas; por eso le disparé en la rodilla. No me marché del escenario del crimen derrapando a toda velocidad como han dicho los periódicos de Vallejo. Me fui lentamente para que mi coche no llamara la atención. El hombre que le dijo a la Policía que mi coche era marrón, era un negro de unos 40-45 años vestido de manera andrajosa. Yo estaba en una cabina telefónica divirtiéndome con el poli de Vallejo mientras él pasaba. Cuando colgué el teléfono, el puto aparato se puso a sonar y eso hizo que él se fijara en mí y en mi coche. Las Navidades pasadas: En ese episodio la Policía se preguntaba cómo podía acertar a mis víctimas disparando en la oscuridad. No lo dijeron abiertamente, pero lo dieron a entender diciendo que había mucha luz esa noche y que yo podía ver siluetas en el horizonte. Una idiotez, esa zona está rodeada de colinas y árboles altos. Lo que hice fue pegar una linternita fina al cañón de mi pistola. Si se fijan, en el centro del rayo de luz, si lo dirigen a una pared o un techo, verán un punto oscuro o negro en el centro del círculo de luz a unos siete o quince centímetros de distancia. Cuando está pegado al cañón de una pistola, la bala da directamente en el centro del punto negro de la luz. Yo sólo tuve que acribillar a balazos… No hacía falta destreza››. Entre otras cosas, en la citada carta Zodíaco había escrito que “le tendrían” cuando descifrasen el código. No sabía que su código ya había sido revelado casi por completo por los Harden, una brillante pareja. Sin embargo, lo poco que faltaba por descifrar impedía aún conocer su identidad.
Donald Harden descubrió que estaba frente a una “clave de sustitución”, donde cada letra del alfabeto era sustituida por un símbolo, una letra o una figura. La dificultad radicaba en que el asesino había utilizado tantos y tan variados símbolos que era prácticamente imposible sustituir uno por uno, por lo que el Harden tuvo que idear su propio método para hallar elementos iguales, patrones y relaciones.
En cuanto a la historia de cómo los Harden descifraron el código, esta es como sigue:
Donald Gene Harden tenía 41 años, era profesor de Historia y Economía en el instituto North Salinas y adoraba descifrar claves desde que era un niño. Él había leído las cartas que el asesino obligó a publicar a los tres diarios y, siendo un domingo de mañana en el que no tenía nada qué hacer, optó por recurrir al criptograma de Zodíaco para huir del aburrimiento. Entonces tomó su viejo manual de Criptografía y puso a trabajar sus neuronas. Tras mucho cavilar, concluyó que se encontraba frente a una “clave de sustitución”, donde cada letra del alfabeto era sustituida por un símbolo, una letra o una figura. La dificultad radicaba en que el asesino había utilizado tantos y tan variados símbolos que era prácticamente imposible sustituir uno por uno, por lo que el profesor Harden tuvo que idear su propio método para hallar elementos iguales, patrones y relaciones. Aparentemente no había manera de saber el orden entre las diversas partes del mensaje o las interrupciones entre las palabras que el mensaje cifrado representaba. Estuvo así tres horas trabajando intensamente sin descifrar el mensaje, hasta que la curiosidad de su esposa Betty June Harden fue despertada y ella se unió en la búsqueda de la solución. Con el aporte de Betty las cosas empezaron a marchar más rápidamente pero aún así la noche llegó sin que el misterioso código fuera descifrado. En aquellos momentos Donald se sentía cansado y deseaba dejar la tarea para el día siguiente, pero la obsesión y la ansiedad de Betty por descifrar el código eran tales que ésta siguió trabajando sola por cierto tiempo hasta que Donald se contagió del interés y se decidió a acompañarla. Entre las diversas hipótesis formuladas en el trabajo indagatorio de la pareja, una que resultó válida y de importancia determinante fue aquella que, suscitada en parte por la intuición psicológica, formuló Betty en relación a lo que debía ser el inicio de mensaje cifrado: a saber, Betty creía que el asesino, al igual que tantos otros asesinos seriales, debía ser tan egocéntrico como para iniciar el mensaje con un “yo”, y además,  casi de seguro la primera frase sería algo como “me gusta matar”. En efecto, todo comenzó a marchar mejor cuando se probó con “I like killing people” como frase inicial. A su vez, mientras avanzaban los Harden vieron que la perversidad intelectual del asesino era tal que había hecho cosas como estas: escribir el símbolo de la Q al revés para hacer pensar que era una E, cometer faltas ortográficas que casi seguramente eran intencionales, emplear siete símbolos distintos (mediante un sistema de rotación) para la E y hacer que dos símbolos puedan ser la A o la S indistintamente. Adicionalmente a eso, al parecer el asesino había aplicado mal su propia clave en ciertos puntos del mensaje, lo cual también podría ser intencionado. Pese a tantas dificultades, tras veinte horas de trabajo los Harden llegaron a la conclusión de que la casi totalidad (nunca pudieron descifrar la última parte) del mensaje debía ser literalmente (en inglés y con las faltas ortográficas que cometió el asesino) así: ‹‹I LIKE KILLING PEOPLE BECAUSE IT IS SO MUCH FUN IT IS MORE FUN THAN KILLING WILD GAME IN THE FORREST BECAUSE MAN IS THE MOST DANGEROUE ANAMAL OF ALL TO KILL SOMETHING GIVES ME THE MOST THRILLING EXPERENCE IT IS EVEN BETTER THAN GETTING YOUR ROCKS OFF WITH A GIRL THE BEST PART OF IT IS THAE WHEN I DIE I WILL BE REBORN IN PARADICE AND THEI HAVE KILLED WILL BECOME MY SLAVES I WILL NOT GIVE YOU MY NAME BECAUSE YOU WILL TRY TO SLOI DOWN OR ATOP MY COLLECTIOG OF SLAVES FOR MY AFTERLIFE EBEORIETEMETHHPITI››. Traducido y sin faltas ortográficas, el mensaje anterior significaría algo como esto: ‹‹Me gusta matar gente porque es muy divertido. Es más divertido que cazar animales salvajes en el bosque porque el hombre es el animal más peligroso de cazar. Algo hace que sea la experiencia más emocionante, es incluso mejor que coger con una chica. Lo mejor es que cuando muera renaceré en el paraíso y los que he matado serán mis esclavos. No diré mi nombre porque intentarían reducir o parar mi colección de esclavos para el más allá EBEORIETEMETHHPITI ››.
Una vez descifrado el código, Donald Harden llamó al director en horario nocturno del San Francisco Chronicle y le informó que había resuelto el misterio, sin embargo la reacción del director fue desmotivadora y poco entusiasta ya que muchos otros habían mandado sus supuestas soluciones, por lo cual Harden tuvo que enviar por correo la solución para que ésta, junto con las demás supuestas soluciones, fueran a parar al sargento Lynch, quien se encargaría de mandar todo eso a profesionales capaces de determinar si las supuestas soluciones eran adecuadas. Sorprendentemente, los expertos de Inteligencia Naval examinaron el proceso que los Harden habían seguido y concluyeron que la solución era correcta. De hecho, tan perfecto era el proceso de los Harden que su solución se publicó y pasó a convertirse en la interpretación oficial e indiscutida de la parte del mensaje que consiguieron interpretar, cosa que jamás sucedió con la secuencia de letras “EBEORIETEMETHHPITI”, secuencia sobre la cual se han formulado múltiples hipótesis pero ninguna ha triunfado como respuesta segura e indiscutible.
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Shepard y Hartnell, asesinados por el verdugo del Zodíaco
Cecilia Ann Shepard
El ataque a Cecilia Ann Shepard de 22 años y Bryan Calvin Hartnell de 20 tuvo lugar un 27 de septiembre de 1969 y fue, de entre todos los crímenes del Asesino del Zodíaco, el más emblemático de todos en tanto que aquel fue el episodio criminal del que surgió la imagen más representativa y recordada del Asesino del Zodíaco, no solo por su impactante naturaleza sino porque ésta era un claro símbolo de la esencia oscura y enigmática del psicópata que se escondía tras el inquietante y perturbador disfraz empleado ese fatídico 27 de septiembre de 1969…
Aquel día, a orillas del Lago Berryessa (cerca de Napa, California), Cecilia y Bryan disfrutaban de un picnic bajo la sombra de dos robles que, aislados del bosquecillo, crecían sobre una península (en este caso, una parte de la orilla que sobresalía y se adentraba un poco en el lago). Era de tarde, no había gente alrededor y la brisa inundaba de frescura la serenidad del paisaje. Sin embargo en medio de toda esa paz algo despertó una ligera inquietud en Cecilia: a lo lejos, al otro lado del agua que rodeaba el lado derecho de la península, se veía una silueta que, pese a presentarse borrosa por la distancia, dejaba entrever que se trataba de un hombre corpulento de cabello castaño.  De momento el hombre desapareció metiéndose en un bosquecillo, pero poco después salió del bosquecillo y empezó a caminar lentamente hacia ellos…
Bryann Hartnell
Atemorizada, Cecilia se había volteado y veía que la figura estaba cada vez más cerca y que su aspecto no era nada tranquilizante, aunque lo peor estaba por venir. Así, de pronto una ráfaga de viento le metió polvo en el ojo y ella perdió de vista al desconocido por un momento. Bryan, que estaba relativamente calmado, ni siquiera se había preocupado por voltearse a ver qué hacía el extraño, hasta que un ruido de hojas crujiendo le llamó la atención y entonces notó que el extraño se había  parado detrás del otro roble, ubicado a unos seis metros a la derecha de Cecilia, quien tras breves instantes acabó con la tranquilidad a la que Bryan había vuelto: “¡Dios mío, lleva una pistola!”, exclamó ella y entonces Bryan, mirando por el rabillo del ojo, vio a la izquierda una figura negra que los contemplaba en silencio.
En el breve lapso que estuvo parado detrás del otro roble, el hombre corpulento se había puesto un traje que mostraba con claridad qué era y a qué había venido… Su apariencia era la de un verdugo. Tenía una capucha ceremonial negra y cuadrada, cosida por los lados y plana en la parte de arriba. La capucha, que en la parte de la cabeza apenas tenía aberturas para ojos (cubiertos por gafas) y boca, le bajaba por los hombros, no tenía mangas y le cubría el pecho con una pechera que, sobre el negro de la tela, tenía grabado en blanco un círculo tachado con una cruz griega cuyas puntas sobresalían del círculo. Aparte, el hombre llevaba mangas largas atadas en las muñecas, pantalones metidos en las botas, una especie de cuchillo de cómo 30cm en el costado izquierdo, una pistolera con la tapa abierta en el costado derecho y, por debajo de la cazadora, se veían sobresalir puntas de varias cuerdas de plástico blanco.
La figura tenía el brazo derecho extendido, apuntando con una pistola de color azul metálico. Se aproximaba hacia ellos con lentitud, como diciéndoles así que escapar era imposible. Ya bien cerca de ellos, que hasta el momento no se habían movido por el miedo que los consumía, la figura misteriosa habló con una voz monocorde que no era ni aguda ni grave, que denotaba tranquilidad y que parecía pertenecer a un hombre de entre veinte y treinta años.  “Quiero el dinero y las llaves del coche. Quiero el coche para ir a México”, dijo la figura y Bryan le dio las llaves y el poco dinero que tenía, ante lo cual el encapuchado se guardó el dinero, tiró las llaves y se guardó la pistola. Bryan entonces le dijo que no tenía dinero, que no lo seguiría y que si necesitaba ayuda lo podía ayudar de otra forma, pero recuerda que el encapuchado le respondió algo como: “No. Tengo poco tiempo. Soy un preso fugado de Der Lodge, en Montana. Maté a un guardia de la cárcel. Tengo un coche robado y nada que perder. Estoy totalmente sin dinero. No te hagas el héroe conmigo. No intentes coger la pistola”. Después, apuntando con el cuchillo, el encapuchado sacó cuerda blanca y le ordenó a Cecilia que atase a Bryan, tras lo cual, una vez atado Bryan, él ató a Cecilia y apretó los nudos de Bryan para cerciorarse de que éste no huyera.
Zodíaco se había quedado mirando a Cecilia y a Bryann antes de aproximarse a ellos. Era la primera y la última vez que utilizaría su traje de verdugo (arriba, imagen del film Zodíaco), cuya imagen quedaría gravada en el imaginario social norteamericano gracias a que, pese a las múltiples puñaladas que recibieron Cecilia y Bryann tras ser atados con engaños, Bryann logró sobrevivir para contarlo.
Estando atado, Bryan le preguntó a Zodíaco si el arma tenía balas, a lo que éste respondió abriendo la pistola y mostrándole que solo había una bala. “Voy a tener que apuñalarlos”, dijo Zodíaco tras ver la mirada sorprendida de aquellos dos jóvenes a los que había controlado con el temor a un arma que no tenía más que una miserable bala que bien podía haber fallado en caso de ser disparada.
Poniéndose por detrás de Bryan, Zodíaco se arrodilló y le empezó a apuñalar la espalda mientras Cecilia observaba aterrorizada e impotente con el rostro salpicado por la sangre de Bryan. Cuando el asesino levantó el puñal para atacarla, Cecilia reaccionó poniéndose boca arriba pero el asesino le hundió con rapidez el puñal en el abdomen, luego se lo clavó en cada pecho, en la ingle y nuevamente en el abdomen, y siguió así, hasta completar su símbolo (el círculo tachado por la cruz) con veinticuatro puñaladas…
Ya satisfecho con su carnicería, Zodíaco se paró, tiró el dinero y las llaves junto a los cuerpos de las víctimas, se alejó caminando calmadamente de la escena del crimen y después, cuando estaba en la carretera, se detuvo junto al auto de Bryan y grabó en la puerta del copiloto su símbolo y abajo del símbolo este mensaje: ‹‹Vallejo 12 – 20 –  68/7 – 4 – 69/Sept 27 – 69 – 6:30/by knife››. Después desapareció.
Entretanto Cecilia, bañada en sangre, seguía viva y había recuperado la conciencia. Ambos pidieron socorro a gritos y después Bryan se dio la vuelta para morder las cuerdas (resbalosas de tanta sangre) que ataban las muñecas de Cecilia. Con las manos libres Cecilia pudo desatarle las manos a Bryan y así ambos podrían moverse a gatas, aunque el hecho fue que estaban tan heridos que no tenían forma de hacer tal cosa y, si no hubiera sido porque un pescador chino y su hijo pasaron por ahí y los escucharon gritar, ambos hubiesen muerto.
Cuando Zodíaco se fue, Bryann y Cecilia estaban bañados en sangre y Bryann tuvo que llenarse la boca de sangre para desatar las manos de Cecilia y así permitir que ella le desate a su vez las manos. Después pasaron un pescador y su hijo, gracias a lo cual llamaron a la Policía y los servicios médicos. En el hospital, Bryann (arriba) fue salvado, pero Cecilia tenía 24 puñaladas (formando el signo de Zodíaco…) y ni con toda una noche de intervención médica logró sobrevivir.
Al ver la escena el pescador y su hijo pidieron ayuda y pronto llegaron dos barcas de los guardabosques, quienes a su vez llamaron a la ambulancia aunque ésta tardó casi una hora en llegar, tiempo este en el que las víctimas hablaron lo que pudieron sobre lo sucedido, ya que su estado era tan crítico que perdieron algunas veces el conocimiento y Cecilia, que era la que peor estaba, pedía con insistencia que la anestesien o le den algo para dejarla inconsciente. Una vez que llegó la ambulancia, Cecilia y Bryan fueron trasladados exitosamente al hospital, aunque una vez allí solo sobrevivió Bryan para contar los detalles, ya que Cecilia estaba tan mal con esas veinticuatro puñaladas que no pudo ser salvada ni con toda una noche de operaciones.
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Paul Stine, última víctima confirmada de Zodíaco
El taxista Paul Lee Stine de 29 años fue asesinado por Zodíaco el día 11 de octubre de 1969. Su historia es la siguiente:
Paul Lee Stine estaba parqueado cuando lo llamaron para ir a la Novena Avenida. Era una noche bien iluminada, había algo de niebla y el tráfico avanzaba con lentitud a causa de la congestión. Al pasar por el restaurante Pinecrest un hombre robusto paró el taxi. El hombre entró, se sentó atrás y le pidió a Stine que lo llevara a la calle Washington y Maple en el barrio residencial de Presidio Heights. Stine arrancó.
En la calle Washington había varias mansiones a uno y otro lado. Ya en la intersección con Maple, el hombre le pidió a Stine que avanzara otra cuadra más y Stine accedió para finalmente detenerse entre dos árboles, cerca a la esquina de las calles Washington y Cherry, delante de la casa número 3898 de la calle Washington.
Zodíaco había trepado al taxi de Stine (a la izquierda, vivo) y, tras hacerle detener el taxi entre las calles Washington y Cherry, le puso la pistola en la mejilla derecha, le hizo un gancho con su otro brazo y, sin darle tiempo a soltarse, le dio un tiro letal la cabeza (a la derecha, Stine ya muerto). 
Una vez que se hubo detenido, el corpulento pasajero le puso a Stine una pistola en la mejilla derecha y le hizo un gancho en la garganta con el brazo izquierdo. Aterrado en los segundos previos al disparo, Stine intentó en vano librarse levantando la mano izquierda por encima de su hombro derecho. Sin demorar la ejecución, Zodíaco le dio un tiro que le perforó cónicamente el cráneo, fragmentándoselo en cuatro segmentos…
Después de eso, Zodíaco salió, entró de nuevo por la puerta del conductor y se puso la cabeza de Stine en el regazo mientras tomaba su cartera y le arrancaba un pedazo de camisa. Tras eso huyó, dejando el taxi en el lugar del crimen.
Lo que Zodíaco no sabía es que tres jóvenes lo habían visto desde la ventana del segundo piso de la casa que estaba frente al taxi, al otro lado de la calle. A las 21:58 los jóvenes llamaron a la Policía y hablaron de lo sucedido, describiendo al asesino como un hombre blanco de 25 a 30 años de edad, complexión robusta y el cabello cortado de cierta forma. El gran problema fue que, por el nerviosismo que embargaba la comunicación, el operador de la Policía anotó “adulto negro” en vez de “adulto blanco”.
Zodíaco no sabía que, cuando mataba a Stine, tres jóvenes lo habían visto (arriba, el punto de vista de los jóvenes) desde una casa ubicada al frente de los dos árboles entre los cuales el taxi estaba. Así, los jóvenes llamaron a la Policía, pero la tensión hizo que el operador anote “adulto negro” en vez de “adulto blanco”, de modo que, cuando poco después la Policía encontró a Zodíaco, lo dejó ir sin sospechar…
Con increíble velocidad y tras la breve y nerviosa llamada, una patrulla policial que rondaba por el lugar se apareció en Washington y Cherry a las 22:00. Ahí la patrulla se detuvo cuando, en medio de la oscuridad y la niebla de aquella húmeda noche, vieron a un hombre robusto que caminaba lentamente hacia Presidio. Los patrulleros Donald Foukes y Eric Zelms llamaron con un grito al desconocido y le preguntaron si había observado algo extraño o sospechoso, a lo que el hombre robusto respondió diciendo con toda seguridad que había visto a un hombre que, blandiendo una pistola, corría hacia el este por la calle Washington. Los patrulleros tenían en mente que el criminal al que buscaban era un “adulto negro”, tal y como erradamente había anotado el operador cuando los jóvenes llamaron. Así pues, los patrulleros le creyeron al hombre blanco y robusto de oscuras ropas y se fueron hacia el este por Washington: nunca supieron que ese hombre era Zodíaco, el asesino que buscaban… Se sabe también que no lo llamaron para que se acerque al coche, que lo interrogaron breve y apuradamente y que no se fijaron en la sangre que, disimulada por las tinieblas de la noche y el color oscuro de su ropa, llevaba aquel hombre en su regazo. Después, cuando el personal llegó (a las 22:55) a la escena del crimen, se interrogó a los chicos y estos, ya más calmados, dejaron bien claro que el asesino no era negro: era blanco. De ese modo y tras que Donald Foukes y Eric Zelms supieron que el hombre al que dejaron ir era el asesino, en la Policía de San Francisco surgió una enorme obsesión por el llamado “hombre corpulento”.
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La carta confirmatoria
Justo el día siguiente al crimen, Zodíaco envió al diario San Francisco Chronicle una carta que borraba toda duda en cuanto a si él mató o no a Paul Stine: ‹‹Zodíaco al habla. Soy el asesino del taxista en la esquina de Washington con Maple ayer por la noche, para demostrado aquí está un trozo de su camisa manchado de sangre. Soy el mismo hombre que mató a las personas de la zona norte de la bahía. La Policía de S.F. me podría haber cogido ayer de noche si hubiera registrado bien el parque en vez de hacer carreras con sus motos a ver quién hacía más ruido. Los conductores de los coches tendrían que haber aparcado el coche y quedarse esperando en silencio a que yo saliera de mi escondite. Los escolares son buenos blancos. Creo que una mañana me voy a cargar un autobús escolar. Dispararé a la rueda delantera y luego liquidaré a los niños cuando salgan dando saltitos.››
Junto a la carta citada estaba un trozo de tela ensangrentada. Tras analizarlo, la Policía confirmó que la sangre en el trozo de tela enviado era realmente sangre del taxista Paul Stine.
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Kathleen Johns: ¿realmente vio a Zodíaco?
Kathleen Johns afirmó que ella y su hija de diez meses habían sido secuestradas por Zodíaco, huyendo cuando él se distrajo. Sin embargo, incoherencias de su testimonio y de otros testimonios han hecho dudar a la Policía sobre el supuesto secuestro.
Corría la noche de un 22 de marzo de 1970 y Kathleen Johns, con ocho meses de embarazo, iba en su auto junto a su hija de diez meses. Kathleen iba camino a reunirse con su madre cuando de pronto, en la carretera 132 de San Joaquin County, detuvo su auto luego de que el conductor de otro auto se detuviese para decirle que mire la rueda porque ésta se tambaleaba y aquello era peligroso. El hombre astutamente se ofreció para ajustarle los tornillos de la rueda, mas en realidad los aflojó y luego se marchó. Todo era parte de un plan.
No pasó mucho tiempo antes de que el neumático (la rueda) de Kathleen se aflojara, y entonces el sujeto, que lo había tramado todo y estaba cerca, volvió y se ofreció para llevarla a una estación de servicio. Ella accedió, abandonó su coche y se trepó en el vehículo del desconocido, pero éste, pese a que ya habían pasado por varias estaciones de servicio, no se había detenido en ninguna. Todo parecía sugerir que el sujeto la había secuestrado. El viaje con aquel extraño duró más de tres horas, llenas de silencio según contó Kathleen
Sin embargo en cierto punto del viaje el conductor se detuvo en una intersección y entonces Kathleen pudo escapar con su hija, corriendo a través del campo hasta hallar a un hombre que las ayudó llevándolas al departamento de la Policía local, en Paterson. Allí, en el departamento policial, ella vio un cartel con un retrato robot de Zodíaco. Al parecer la chica no había visto antes el supuesto rostro de Zodíaco en parte alguna y, en el momento en que lo vio, se sorprendió porque, según dijo a los policías, ese era el hombre que había intentado secuestrarla.
Tiempo después surgió una controversia que aún se mantiene en relación a si realmente Kathleen estuvo o no con Zodíaco. Dicha controversia parte de discrepancias como estas: 1) algunos testigos afirman que el auto de Kathleen fue movido e incendiado, mientras que otros afirman que nunca fue movido, 2) Kathleen le dijo al periodista Paul Avery que su secuestrador abandonó el auto para bajarse y buscarla a ella y a su bebé con una linterna, pero también Kathleen rindió dos testimonios ante la Policía y en cada uno de ellos afirmó que el sujeto no se bajó del vehículo a buscarla a ella y a su bebé. En todo caso, tiempo después Zodíaco envió una carta (más adelante se verá) en la que afirmaba que él era el que había estado ese 22 de marzo con Kathleen; pero, pese a esto y en parte porque era posible pensar que Zodíaco estuviese mintiendo, las dudas persistieron, sobre todo a causa de las mencionadas inconsistencias sobre ciertos puntos de lo sucedido.
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Zodíaco y sus “agradables botones”
Zodíaco siguió comunicándose durante 1970 a través de tarjetas postales y cartas que mandaba a la Prensa. En una de esas cartas, enviada al San Francisco Chronicle y fechada el 28 de abril de 1970, Zodíaco amenazó con poner una bomba en un autobús si el periódico no publicaba detalladamente sus escritos; y, además, expresó que quería ver que la gente comenzara a usar “algunos agradables botones Zodíaco” con su símbolo.
Zodíaco era un asesino egocéntrico que deseaba la fama, por lo que en 1970 envío tres cartas al San Francisco Chronicle exigiendo que la gente use sus “agradables botones Zodíaco”, en cada una se mostraba más enfadado que en la anterior porque la gente no usaba sus botones, y en cada una se encargó de proferir amenazas que iban desde explotar un autobús escolar hasta torturar esclavos en el Paraíso…
Pero el tiempo pasó y al parecer la gente no se tomó muy en serio al asesino, de modo que no usaron sus “agradables botones Zodíaco”. Esto molestó bastante a Zodíaco, por lo que el 26 de junio de 1970 envió otra carta al San Francisco Chronicle: ‹‹Zodíaco al habla. Me he disgustado mucho con la gente de la Bahía de San Francisco. No han cumplido mis deseos de verlos usar mis agradables botones Zodíaco. Yo prometí castigarlos aniquilando un autobús escolar repleto si no cumplían. Pero ahora la escuela está cerrada por el verano, así que los castigué de otra manera. Le disparé con una .38 a un hombre que estaba sentado en un auto estacionado.››
Lejos de obedecerle y usar sus bonitos botones, la gente de la bahía de San Francisco siguió apática ante el deseo vehemente que el asesino manifestaba por ver personas luciendo sus botones. Por eso Zodíaco envió otras cartas más:
Julio 24 de 1970:
‹‹Zodíaco al habla. Me siento bastante infeliz porque ustedes, gente, no usan mis agradables botones Zodíaco. Así que ahora tengo una pequeña lista, comenzando con la mujer y su bebé a las que les di un paseo bastante interesante por un par de horas, hace pocos meses atrás en una tarde que terminó conmigo quemando su carro donde las encontré››
Julio 26 de 1970:
‹‹Zodíaco al habla. Ya que no usarán agradables botones Zodíaco, qué les parecería si utilizan asquerosos botones Zodíaco. O cualquier tipo de botones Zodíaco que se les ocurra. Si no usan ningún tipo de botones Zodíaco, yo tendré (por encima de cualquier otra cosa) que torturar a todos mis 13 esclavos que espero para mí en el Paraíso. A algunos los ataré y los veré gritar y retorcerse desde las colinas. Otros tendrán astillas de pino clavadas bajo las uñas y luego arderán. Otros serán colocados en jaulas y alimentados con carne salada hasta que estén empachados, entonces yo los escucharé suplicar por agua y me reiré en sus caras. Otros serán colgados de sus pulgares y arderán en el sol, después yo los restregaré con profundo calor para que se calienten. A otros los dejaré que vivan y corran gritando alrededor. Y a todos los jugadores de billar, yo los dejaré jugar en una oscura mazmorra con los pies torcidos y los zapatos virados. Sí, yo tendré gran diversión infligiendo el más delicioso dolor a mis esclavos.›› 
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Zodíaco vuelve a hablar en 1974
El 29 de enero de 1974, Zodíaco rompió su silencio de años cuando envió una carta en que elogiaba la película de El Exorcista y, entre otras cosas, decía que era “la mejor comedia satírica” que jamás había visto.
Después, el 14 de febrero del mismo año, Zodíaco envió otra carta al San Francisco Chronicle en la cual le explicaba al editor que las iniciales para “Ejército Simbiótico de Liberación” (SLA) significaban ‘mata’  (de matar…) si eran deletreadas en nórdico antiguo. Tras ser examinada, la autenticidad de la carta resultó dudosa y se pensó que lo más probable era que no haya sido escrita por Zodíaco.
El 8 de mayo de 1974 el San Francisco Chronicle recibió una carta en la que se presentaban quejas del film Badlands diciendo que constituía una “glorificación del asesinato” y que el periódico debía quitar de sus páginas la publicidad del film. La carta no estaba firmada por Zodíaco sino por “Un ciudadano”, pero la letra, el tono y el toque irónico, hicieron pensar que quizá había sido escrita por Zodíaco, aunque era bastante probable que no lo fuera.
Finalmente, el 8 de julio de 1974 el San Francisco Chronicle recibió una carta con quejas en las que se pedía al editor que pusiera al columnista Marco Spinelli en el “agujero infernal de donde vino” puesto que tenía un “serio desorden psicológico” en tanto que “siempre” necesitaba “sentirse superior”. La carta estaba firmada por un tal “Fantasma Rojo” y, si bien se ha sospechado que pudo ser escrita por Zodíaco, lo más probable es que no lo haya sido.
Después de esas cuatro cartas cuya autoría aún resulta dudosa excepto en el caso de la primera, el silencio volvió a surgir en torno a la figura de Zodíaco. Al menos hasta el año 1978.
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Antes de la desaparición final
El 24 de abril de 1978 el San Francisco Chronicle recibió una carta que muy probablemente era de Zodíaco. El diario la publicó al día siguiente de recibirla y en ella se podía leer: ‹‹Querido Editor: Zodíaco al habla. Estoy otra vez con vosotros. Dígales a todos que estoy aquí, que siempre he estado aquí. Ese cerdo citadino de Toschi es bueno, pero yo soy más inteligente y a lo mejor él se cansará y me dejará en paz. Estoy esperando una buena película sobre mí. ¿Quién hará mi papel? Ahora yo lo controlo todo. Atentamente: adivínelo››.
.Principales sospechosos
Marvin Bernell
Marvin se encargaba de programar películas en una sala de cine y de proyectarlas. Robert Graysmith, periodista obsesionado con Zodíaco, descubrió que la marca que Marvin usaba para marcar los rollos de las películas era igual al símbolo de Zodíaco, que en el techo de la sala de cine había un zodíaco pintado, que Marvin poseía una copia de la cinta sobre el Conde Zaroff (personaje asociado a Zodíaco) y que su letra se parecía a la del asesino. A la Policía le pareció que el signo para marcar rollos era no solo el de Zodíaco sino la representación estilizada de una mira telescópica, cosa que podía significar afición a los deportes de tiro u otras cosas. Por otra parte, nunca se pudo demostrar que la letra de Marvin fuese la misma que Zodíaco y jamás se halló nada que permitiese pensar que el tranquilo Marvin era el psicópata Zodíaco.
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Lawrence Kane
Lawrence Kane
Esta hipótesis fue una de las más absurdas y surgió de las sospechas de la hermana de Darlene Ferrin (asesinada por Zodíaco). Ella sospechaba porque Kane era corpulento como Zodíaco y había seguido a su hermana por meses antes del asesinato. El gran problema con la hipótesis era que Kane había sufrido un daño cerebral que, según los médicos, le quitó la capacidad para controlar la auto-gratificación. Además nunca se supo que Kane fuera un sujeto de inteligencia sobresaliente. Y entonces: ¿cómo podía mostrar ese autocontrol, esa frialdad, esa actitud planificadora capaz de hacerlo desaparecer y reaparecer, capaz de hacerlo suspender por largo tiempo algo tan gratificante como enviar cartas amenazantes a los diarios, cómo pues, si había perdido en 1962 la capacidad de controlar la auto-gratificación? ¿Cómo podía haber construido esos códigos tan complicados, tan dignos de una mente privilegiada? Nunca se probó que fuera intelectualmente brillante y siempre los hechos apuntaron a que no lo era, de modo que resulta extremadamente fantasioso creer que Kane fuera una mente a la altura de Zodíaco. Así, la hipótesis cae porque de seguro Kane no tenía el autocontrol de Zodíaco y casi de seguro no tenía una inteligencia brillante.
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Arthur Leigh Allen
Arthur Leigh Allen
De todos los sospechosos que ha habido, sin duda ninguno ha dado tantas razones para sospechar como Allen pues: 1) sabía de lenguajes cifrados pues los había aprendido en la Marina, 2) era superdotado ya que tenía un IQ de 137, 3) Se sospechaba que había violado a un niño, cosa que de ser cierta lo convertía en alguien malvado, como Zodíaco, 4) Su aspecto se parecía al de Zodíaco por la semejanza de su cara con el retrato robot del asesino y porque era también alguien corpulento y blanco. 5) Le gustaba matar, pues aunque nunca se supo que matara a alguien, adoraba el deporte de la cacería, 6) Dijo que el hombre era “el animal más peligroso de cazar”, afirmación que escalofriantemente se repetía en una de las cartas de Zodíaco, aunque bien podía pensarse en otras cosas que lo hicieran llegar a ese pensamiento, 7) Era solitario (como probablemente lo era Zodíaco), 8) era mentalmente insano, al punto de que sus parientes mostraban preocupación. El gran problema con Allen fue que sus huellas dactilares y su ADN no coincidían con los del asesino, factores estos que eran apenas dos pero tenían suficiente peso como para descartarlo.
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Bruce Davis
Bruce Davis
Bruce había sido miembro de La Familia, el grupo criminal de seguidores de Charles Manson. Bruce está actualmente en prisión pero en la década de los 60 se encontraba en el área de San Francisco, espacio en el cual Zodíaco había cometido sus asesinatos. Bruce fue descartado como sospechoso porque su letra no coincidía con la de Zodíaco, porque tenía el pelo demasiado largo (el retrato robot lo tenía corto) cuando Zodíaco cometió sus crímenes y porque no usaba gafas.
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Michael O´Hare
Michael era un destacado hombre de negocios y fue sospechoso en parte porque vivía cerca del lugar en que se dio el asesinato de Paul Stine. Fue rápidamente descartado debido a una prueba de ADN.
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Guy Ward Hendrickson
Deborah Pérez tenía 47 años y era hija de un difunto (1981) carpintero de Orange llamado Guy Ward Hendrickson. Deborah aprovechó la atención que, a raíz de la película Zodíaco (basada en el asesino), se generó en torno al asesino: así, en el año 2009 ella convocó a una rueda de prensa en la sede del diario San Francisco Chronicle, todo para  declarar que su padre era el Asesino del Zodíaco. Entre otras cosas, Deborah dijo que había estado con su padre en dos de los crímenes —creyendo escuchar dos cohetes cuando en realidad eran dos disparos—, que había escrito una carta a nombre de su padre al abogado Melvin Belli, y que tenía en su posesión las gafas del taxista Paul Stine, las cuales realmente sí habían desaparecido de la escena del crimen. Posteriormente la Policía analizó las gafas y determinó que no coincidían con las de Stine, así como también sometió a Deborah a la prueba del polígrafo, en la cual ella falló de manera garrafal.
A la izquierda, Deborah Pérez dando una rueda de prensa; a la derecha, su padre Guy Ward Hendrickson, quien según Deborah era el Asesino del Zodíaco.
Por último era claro que Deborah era una persona un tanto trastornada que intentaba llamar la atención inventando cosas. Así, anteriormente Deborah había declarado que era hija ilegítima de John F. Kennedy, cosa que evidenciaba lo verdaderas que eran las declaraciones de su hermana según las cuales Deborah había pasado años en terapia psicoanalítica porque, entre otras cosas, se pasaba inventando recuerdos de cosas que nunca sucedieron y estaba obsesionada con el exhibicionismo, poniendo en Facebook y en otras páginas fotos provocativas para llamar la atención.  Sin embargo, pese a lo anterior, Deborah contrató los servicios de una firma de relaciones públicas y se encuentra preparando un documental en el que muestra las supuestas pruebas de que su padre era Zodíaco…
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Richard Gaikowski
Richard Gaikowski
Richard nació en 1936 y fue médico en el Ejército de USA. De él se sospechó principalmente porque: 1) algunos investigadores vieron la abreviatura que Richard usaba para su nombre en ciertos códigos de Zodíaco 2) la hermana de Darlene sospechaba de Richard y lo había visto en el funeral de Darlene, 3) Richard vivía cerca de donde se cometieron los asesinatos, 4) Richard supuestamente había seguido (no se puede saber si fue por otros razones) a Darlene cuando ella se casó y se trasladó a Albany; y allí, en Albany, trabajó en un periódico que era rival del periódico en el que trabajaba el marido de Darlene, 5) Un operario dijo que la voz de Richard era idéntica a la que oyó en una llamada de Zodíaco durante 1969, 6) el rostro de Richard se parecía al retrato robot, 7) la escritura de Richard era bastante similar a la de Zodíaco. Como se ve, no eran pocas las razones para sospechar de Richard, sin embargo la Policía nunca le realizó una prueba de huellas digitales y el proceso de la investigación sobre Richard fue detenido porque supuestamente no había razones suficientes para que siga adelante. Una de las principales razones que se esgrimió contra la hipótesis de su culpabilidad fue la de que Richard no tenía conocimientos sobre lenguaje cifrado y, si bien era inteligente, al menos aparentemente no lo era en el grado necesario como para construir todo ese complicado sistema de código. Richard murió en el 2004.
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Jack Tarrance
Jack Tarrance
En el año 2000 Dennis Kaufman declaró que su padrastro Jack Tarrance era Zodíaco. Entre otras razones porque su escritura se parecía a la del asesino, porque le había confesado que él era el asesino y esa confesión había sido grabada, y porque, entre las posesiones de su padrastro, Dennis había hallado un disfraz idéntico al de Zodíaco. El problema fue que esa confesión gravada pudo ser una farsa planificada, que el disfraz pudo ser fabricado para engañar y, sobre todo, que el ADN de Tarrance no coincidía con el de Zodíaco.
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