miércoles, 3 de octubre de 2012

El Accidente del Paso Diatlov [Parte II]

Cuando el forense investigó el tronco, vio que estaba cubierto de trozos de piel y carne humanas. Los cadáveres tenían las manos destrozadas, por lo que se supone que intentaron trepar desesperados, cediendo las ramas a su peso. No había rastro de ningún animal, pero algo tuvo que aterrorizarlos hasta tal punto de hacerles salir corriendo de la tienda sin vestirse e intentar subir a un árbol desollándose las manos.

Cerca del lugar, a unos 270 metros y en dirección a la tienda de campaña, encontraron el tercer cadáver, el del líder del grupo,Igor Dyatlov . Su encuentro no es menos sorprendente, estaba tumbado boca arriba, con la cabeza en dirección a la tienda, en una mano sujetaba una ramita, y con el otro brazo se cubría la cara, protegiéndose.

180 metros más adelante en dirección a la tienda, encuentran el cadaver de Rustem medio cubierto por la nieve, de cara al suelo y con una fractura de 17 centímetros en la cabeza.
Cerca hay restos de sangre, los siguen y encuentran a Zinaida, la que más se acercó a la tienda después de haber huido. La sangre no se pudo comprobar que fuera suya, pero no parecía serlo.

Las sorpresas no acababan aquí. Al examinar la tienda, comprobaron que estaba hecha jirones, pero los cortes no se produjeron desde el exterior, sino desde el interior de la misma, por lo que fueron los propios chicos los que en un intento desesperado de huir, rasgaron la tienda.

Entre los restos de la tienda junto a la ropa encontraron sus diarios y varios royos de película sin revelar, de los que salieron parte de las fotografías mostradas. Lástima que no hubiese filmación en vídeo, porque la historia recuerda a películas como la bruja de Blair.

El resto del equipo no apareció hasta que se produjo el deshielo. El cuatro de mayo aparecen los restos de los desaparecidos en un barranco de unos cuatro metros de profundidad, bastante cerca del árbol donde encontraron los dos primeros cadáveres. A diferencia del resto de sus compañeros, que aparecieron en ropa interior, éstos estaban vestidos, pero con prendas al azar. Todos los cuerpos sufrían graves daños. Lyudmila tenía fracturas simétricas en las costillas con hundimiento de la caja torácica a la altura del corazón, Zolotarev tenía rotas las costillas del lado derecho, Thibeaux tiene el cráneo aplastado y de Alexander Kolevatov no se dice mucho, salvo que estaba allí.

Pero esto no es todo, al examinar el cadaver de Lyudmila, la cabeza estaba echada hacia atrás (con la fractura en el torax le costaría mucho respirar), la boca muy abierta y sin lengua ni la carne que recubre la cavidad bucal. Respecto a la ropa, el pie de Dubinina fue envuelto en una pieza hecha jirones del pantalones de lana Krivonishenko y Zolotaryov llevaba el sombrero de piel sintética Dubinina y su abrigo.
Durante los funerales, fueron varios los familiares que afirmaron que la piel de los fallecidos era de un extraño color naranja, y su cabello se había vuelto gris. Además, se encontraron mediciones altas de radioactividad es varias prendas analizadas, que aunque en posesión de otros, pertenecían a Lyudmila.

¿Y a qué conclusión llega el equipo forense?
Según el estudio de los cadáveres todos murieron de hipotermia, algo lógico al encontrarse a 20 º bajo cero. Las fracturas de Lyudmila, Zolotarev y Thibeaux eran mortales, pero no se descarta la hipotermia como causa final o acelerante.

Nadie sabe qué ocurrió aquella noche , pero paradójicamente, el caso está documentado al detalle. De las fotografías tomadas por el propio equipo y sus diarios, se pueden reconstruir todos sus pasos. Se les ve felices y sin ningún problema que les afecte al llegar al lugar donde acamparían. Comieron de 18.00 a 19.00, como demuestra el contenido de los estómagos, y la comida sin digerir indica que el incidente y la sucesiva muerte de los nueve se produjo entre los intervalos que van desde las 21:30/23:30 del 1 de enero y las 01:30/02:45 de la madrugada del 2 de enero.

Fue en el primer intervalo de tiempo cuando se produjo lo que los investigadores llaman “evento desconocido”, algo que les produce tanto miedo que les impulsa a romper la tienda para huir colina abajo casi sin ropa, señal de que el peligro que les acechaba en la tienda era más temible que morir de frío.
Se dispersan en tres direcciones distintas en tres grupos, pero se las apañan para reunirse cerca del árbol donde encienden el fuego. Un fuego puede atraer a aquello que les asusta, que sigue en la tienda porque no regresan a ella, pero se están muriendo literalmente de frío.

Llegados a este punto se barajan tres hipótesis de por qué Krivonischenko y Doroshenko se suben al árbol, la hipótesis de buscar protegerse de algo pierde fuerza, o bien intentaban conseguir más leña para la hoguera o alcanzar un punto de visión de la tienda, ladera arriba, para ver si podían volver. Al estar congelados, tal vez ni notasen que se destrozaban las manos. Ellos dos son los primeros en morir de frío, probablemente sus compañeros les cubren con las ramas, y el grupo vuelve a separarse. Dyatlov, Rustem y Zinaida deciden acercarse a la tienda, pero van cayendo sucesivamente. Los tres mueren de hipotermia, aunque Dyatlov parece protegerse de algo o alguien y Rustem presenta una herida en la cabeza.

Los cuatro restantes se esconden, en este momento pueden sufrir las lesiones que el forense compara con un accidente de tráfico. Lesiones extrañas, ya que dañan el interior pero no producen ninguna lesión ni hematoma externo, aunque no es de extrañar debido a la congelación de los cuerpos. Cayeron por el barranco o se refugiaron en él. Una caída podría provocar los daños, aunque la altura es mínima, pero ellos ya estaban en malas condiciones. El primero en morir es Thibeaux, le sigue Lyudvina, que ha hecho girones los pantalones de Krivonischenko, ya muerto (lo que justifica que apareciera en ropa interior) para cubrirse los pies. Cuando ella muere, Zolotarev se pone su gorro y su abrigo, aunque no le sirve de mucho porque es el siguiente en fallecer. Kolevatov es el último en morir de hipotermia. Probablemente fue él el que cubrió a su compañero con el abrigo de la fallecida.


Monumento a los fallecidos en el cementerio de Sverdlovsk.

¿Qué pudo aterrorizar a un grupo de nueve personas, acostumbrados a acampar en parajes extremos, y con una gran fuerza física?. No eran colegiales de campamento con miedo a la oscuridad.

El hecho de que no llevaran ropa también es extraño, porque aun refugiados en la tienda de campaña, con una temperatura tan baja ningún experto se quitaría la ropa. Su comportamiento parece un ataque de histeria colectiva, pero al analizar sus pasos, se aprecia que eran completamente conscientes de lo que estaba ocurriendo, son capaces de reunirse después de la huida, se mantienen juntos o en grupos y hasta son capaces de encender una hoguera en la nieve.

Otro dato curioso es que un ayudante del forense aseguró que fueron 11 los cadáveres encontrados, pero los otros dos desaparecieron inmediatamente.


No tardaron en circular diversas hipótesis, desde las más descabelladas a las que parecen más razonables. El caso tuvo mucha publicidad por tratarse de nueve jóvenes, pero se cerró con otra incógnita más: los nueve esquiadores murieron por “causa mayor” o “fuerza sin identificar”, según el ejército ruso, que cerró el paso de la montaña durante tres años. El mismo que ahora lleva el nombre del jefe de la expedición, paso de Dyatlov, donde una placa recuerda a los nueve fallecidos.

Las preguntas son muchas, las respuestas más, pero ninguna da una explicación satisfactoria.

La tribu Mansi, cuya ayuda fue muy importante en las labores de búsqueda y rescate de los muertos, ya que se conocían la zona como la palma de la mano, lo tenían muy claro: los chicos fueron atacados por los espíritus de las montañas. Fantasmas, seres etéreos, que eran los verdaderos dueños de la zona. No aceptaban intrusos, protegían todo el entorno de las agresiones que los humanos hacen a la naturaleza. Los muertos de su tribu eran cazadores, y los pocos cazadores que se adentraban por la zona procuraban no quedarse de noche.

Los chicos eran más que intrusos, eran “extranjeros”, cortaban ramas de los árboles, hacían fuego, en cualquier momento pudieron faltar al respeto a los espíritus de la montaña y lo pagaron caro.

Si tenemos en cuenta los diarios encontrados en la tienda, Igor Dyatlov escribe que su ruta sigue un camino de caza mansi, y que el día anterior un cazador había recorrido la zona. Ellos dejan marcas en los árboles, diciendo cuántos cazadores pasan por el lugar y a qué clan pertenecen. En una de las fotografías de las cámaras encontradas en la tienda, se ve a Igor posando junto a una de estas marcas.

“Mansi, Mansi, Mansi. Estas palabras se repiten con más frecuencia en nuestras conversaciones. Mansi son gente del norte. Personas muy interesantes y únicas que habitan en los Urales Polares del Norte, encerrados en la región de Tyumen. Ellos tienen un lenguaje escrito y dejan signos característicos en los árboles del bosque”. Escribió Igor el 30 de enero.

¿Fueron los espíritus de las montañas los que aterrorizaron a los jóvenes? ¿Les paralizaron de miedo hasta que murieron congelados?Lo cierto es que la maldición del nueve se repite. Los cazadores mansi muertos de la leyenda eran nueve. Los esquiadores del equipo de Dyatlov eran nueve. En 1960 un avión con nueve personas, entre pilotos y geólogos, se estrelló en la misma falda de la montaña. Murieron los nueve, y al recuperan la caja negra no encontraron ninguna explicación del accidente. Actualmente, los excursionistas evitan pasar en grupos de nueve.

Continua en la parte III

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