Cuando el forense investigó el tronco, vio que estaba cubierto de
trozos de piel y carne humanas. Los cadáveres tenían las manos
destrozadas, por lo que se supone que intentaron trepar desesperados,
cediendo las ramas a su peso. No había rastro de ningún animal, pero
algo tuvo que aterrorizarlos hasta tal punto de hacerles salir corriendo
de la tienda sin vestirse e intentar subir a un árbol desollándose las
manos.
Cerca del lugar, a unos 270 metros y en dirección a la tienda de
campaña, encontraron el tercer cadáver, el del líder del grupo,Igor
Dyatlov . Su encuentro no es menos sorprendente, estaba tumbado boca
arriba, con la cabeza en dirección a la tienda, en una mano sujetaba una
ramita, y con el otro brazo se cubría la cara, protegiéndose.
180 metros más adelante en dirección a la tienda, encuentran el
cadaver de Rustem medio cubierto por la nieve, de cara al suelo y con
una fractura de 17 centímetros en la cabeza.
Cerca hay restos de sangre, los siguen y encuentran a Zinaida, la que
más se acercó a la tienda después de haber huido. La sangre no se pudo
comprobar que fuera suya, pero no parecía serlo.
Las sorpresas no acababan aquí. Al examinar la tienda, comprobaron
que estaba hecha jirones, pero los cortes no se produjeron desde el
exterior, sino desde el interior de la misma, por lo que fueron los
propios chicos los que en un intento desesperado de huir, rasgaron la
tienda.
Entre los restos de la tienda junto a la ropa encontraron sus diarios
y varios royos de película sin revelar, de los que salieron parte de
las fotografías mostradas. Lástima que no hubiese filmación en vídeo,
porque la historia recuerda a películas como la bruja de Blair.
El resto del equipo no apareció hasta que se produjo el deshielo. El
cuatro de mayo aparecen los restos de los desaparecidos en un barranco
de unos cuatro metros de profundidad, bastante cerca del árbol donde
encontraron los dos primeros cadáveres. A diferencia del resto de sus
compañeros, que aparecieron en ropa interior, éstos estaban vestidos,
pero con prendas al azar. Todos los cuerpos sufrían graves daños.
Lyudmila tenía fracturas simétricas en las costillas con hundimiento de
la caja torácica a la altura del corazón, Zolotarev tenía rotas las
costillas del lado derecho, Thibeaux tiene el cráneo aplastado y de
Alexander Kolevatov no se dice mucho, salvo que estaba allí.
Pero esto no es todo, al examinar el cadaver de Lyudmila, la cabeza
estaba echada hacia atrás (con la fractura en el torax le costaría mucho
respirar), la boca muy abierta y sin lengua ni la carne que recubre la
cavidad bucal. Respecto a la ropa, el pie de Dubinina fue envuelto en
una pieza hecha jirones del pantalones de lana Krivonishenko y
Zolotaryov llevaba el sombrero de piel sintética Dubinina y su abrigo.
Durante los funerales, fueron varios los familiares que afirmaron que
la piel de los fallecidos era de un extraño color naranja, y su cabello
se había vuelto gris. Además, se encontraron mediciones altas de
radioactividad es varias prendas analizadas, que aunque en posesión de
otros, pertenecían a Lyudmila.
¿Y a qué conclusión llega el equipo forense?
Según el estudio de los cadáveres todos murieron de hipotermia, algo
lógico al encontrarse a 20 º bajo cero. Las fracturas de Lyudmila,
Zolotarev y Thibeaux eran mortales, pero no se descarta la hipotermia
como causa final o acelerante.
Nadie sabe qué ocurrió aquella noche , pero paradójicamente, el caso
está documentado al detalle. De las fotografías tomadas por el propio
equipo y sus diarios, se pueden reconstruir todos sus pasos. Se les ve
felices y sin ningún problema que les afecte al llegar al lugar donde
acamparían. Comieron de 18.00 a 19.00, como demuestra el contenido de
los estómagos, y la comida sin digerir indica que el incidente y la
sucesiva muerte de los nueve se produjo entre los intervalos que van
desde las 21:30/23:30 del 1 de enero y las 01:30/02:45 de la madrugada
del 2 de enero.
Fue en el primer intervalo de tiempo cuando se produjo lo que los
investigadores llaman “evento desconocido”, algo que les produce tanto
miedo que les impulsa a romper la tienda para huir colina abajo casi sin
ropa, señal de que el peligro que les acechaba en la tienda era más
temible que morir de frío.
Se dispersan en tres direcciones distintas en tres grupos, pero se
las apañan para reunirse cerca del árbol donde encienden el fuego. Un
fuego puede atraer a aquello que les asusta, que sigue en la tienda
porque no regresan a ella, pero se están muriendo literalmente de frío.
Llegados a este punto se barajan tres hipótesis de por qué
Krivonischenko y Doroshenko se suben al árbol, la hipótesis de buscar
protegerse de algo pierde fuerza, o bien intentaban conseguir más leña
para la hoguera o alcanzar un punto de visión de la tienda, ladera
arriba, para ver si podían volver. Al estar congelados, tal vez ni
notasen que se destrozaban las manos. Ellos dos son los primeros en
morir de frío, probablemente sus compañeros les cubren con las ramas, y
el grupo vuelve a separarse. Dyatlov, Rustem y Zinaida deciden acercarse
a la tienda, pero van cayendo sucesivamente. Los tres mueren de
hipotermia, aunque Dyatlov parece protegerse de algo o alguien y Rustem
presenta una herida en la cabeza.
Los cuatro restantes se esconden, en este momento pueden sufrir las
lesiones que el forense compara con un accidente de tráfico. Lesiones
extrañas, ya que dañan el interior pero no producen ninguna lesión ni
hematoma externo, aunque no es de extrañar debido a la congelación de
los cuerpos. Cayeron por el barranco o se refugiaron en él. Una caída
podría provocar los daños, aunque la altura es mínima, pero ellos ya
estaban en malas condiciones. El primero en morir es Thibeaux, le sigue
Lyudvina, que ha hecho girones los pantalones de Krivonischenko, ya
muerto (lo que justifica que apareciera en ropa interior) para cubrirse
los pies. Cuando ella muere, Zolotarev se pone su gorro y su abrigo,
aunque no le sirve de mucho porque es el siguiente en fallecer.
Kolevatov es el último en morir de hipotermia. Probablemente fue él el
que cubrió a su compañero con el abrigo de la fallecida.
Monumento a los fallecidos en el cementerio de Sverdlovsk.
¿Qué pudo aterrorizar a un grupo de nueve personas, acostumbrados a
acampar en parajes extremos, y con una gran fuerza física?. No eran
colegiales de campamento con miedo a la oscuridad.
El hecho de que no llevaran ropa también es extraño, porque aun
refugiados en la tienda de campaña, con una temperatura tan baja ningún
experto se quitaría la ropa. Su comportamiento parece un ataque de
histeria colectiva, pero al analizar sus pasos, se aprecia que eran
completamente conscientes de lo que estaba ocurriendo, son capaces de
reunirse después de la huida, se mantienen juntos o en grupos y hasta
son capaces de encender una hoguera en la nieve.
Otro dato curioso es que un ayudante del forense aseguró que fueron
11 los cadáveres encontrados, pero los otros dos desaparecieron
inmediatamente.
No tardaron en circular diversas hipótesis, desde las más
descabelladas a las que parecen más razonables. El caso tuvo mucha
publicidad por tratarse de nueve jóvenes, pero se cerró con otra
incógnita más: los nueve esquiadores murieron por “causa mayor” o
“fuerza sin identificar”, según el ejército ruso, que cerró el paso de
la montaña durante tres años. El mismo que ahora lleva el nombre del
jefe de la expedición, paso de Dyatlov, donde una placa recuerda a los
nueve fallecidos.
Las preguntas son muchas, las respuestas más, pero ninguna da una explicación satisfactoria.
La tribu Mansi, cuya ayuda fue muy importante en las labores de
búsqueda y rescate de los muertos, ya que se conocían la zona como la
palma de la mano, lo tenían muy claro: los chicos fueron atacados por
los espíritus de las montañas. Fantasmas, seres etéreos, que eran
los verdaderos dueños de la zona. No aceptaban intrusos, protegían todo
el entorno de las agresiones que los humanos hacen a la naturaleza. Los
muertos de su tribu eran cazadores, y los pocos cazadores que se
adentraban por la zona procuraban no quedarse de noche.
Los chicos eran más que intrusos, eran “extranjeros”, cortaban ramas
de los árboles, hacían fuego, en cualquier momento pudieron faltar al
respeto a los espíritus de la montaña y lo pagaron caro.
Si tenemos en cuenta los diarios encontrados en la tienda, Igor
Dyatlov escribe que su ruta sigue un camino de caza mansi, y que el día
anterior un cazador había recorrido la zona. Ellos dejan marcas en los
árboles, diciendo cuántos cazadores pasan por el lugar y a qué clan
pertenecen. En una de las fotografías de las cámaras encontradas en la
tienda, se ve a Igor posando junto a una de estas marcas.
“Mansi, Mansi, Mansi. Estas palabras se repiten con más
frecuencia en nuestras conversaciones. Mansi son gente del norte.
Personas muy interesantes y únicas que habitan en los Urales Polares del
Norte, encerrados en la región de Tyumen. Ellos tienen un lenguaje
escrito y dejan signos característicos en los árboles del bosque”. Escribió Igor el 30 de enero.
¿Fueron los espíritus de las montañas los que aterrorizaron a los
jóvenes? ¿Les paralizaron de miedo hasta que murieron congelados?Lo cierto es que la maldición del nueve se repite. Los cazadores
mansi muertos de la leyenda eran nueve. Los esquiadores del equipo de
Dyatlov eran nueve. En 1960 un avión con nueve personas, entre pilotos y
geólogos, se estrelló en la misma falda de la montaña. Murieron los
nueve, y al recuperan la caja negra no encontraron ninguna explicación
del accidente. Actualmente, los excursionistas evitan pasar en grupos de
nueve.
Continua en la parte III
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